2015-05-04 2015-05-06

Conferencias y seminarios

IX Escuela Chile-Francia: "Estados del neoliberalismo"

Informaciones

Fecha

Lunes, martes y miércoles del 04/05/2015 al 06/05/2015

Hora

09:00

Lugar

Facultad de Derecho y Casa central de la Universidad de Chile

(Pío Nono 1 y Av. Libertador Bernardo O'Higgins 1058, respectivamente.)

Organiza

Cátedra Michel Foucault de la Universidad de Chile, Embajada de Francia e Instituto Francés.

La novena edición de la Escuela Chile-Francia tiene por tema central los "Estados del neoliberalismo", que cruzará las distintas mesas de discusión a cargo de investigadores franceses y nacionales, a realizarse entre el 4 y 6 de mayo en el Salón de Honor Casa Central Universidad de Chile (Ceremonia Inaugural, Conferencia Inaugural y Mesa 1) y en el Aula Magna, Facultad de Derecho de la Universidad de Chile.

Los invitados franceses son los académicos Laurent Jean Pierre, Emmanuel Wallon, François Soulages, Mustafa Mekki, Françoise Molénat, Vincent De Gaulejac, Pierre Lefebure, Jean-Yves Authier y Denis Kambouchner. Los participantes nacionales son Pablo Oyarzún, María Agnés Salah, Jorge Larenas, Miguel Urrutia, María Eugenia Dominguez, Ernesto Aguila, María Soledad Barría y Matías Sanfuentes. Los encargados del cierre serán Guillaume Sibertin-Blanc, profesor Asistente del Departamento de Filosofía de la Universidad de Toulouse Jean Jaurès, el economista chileno Raúl Gonzalez y el doctor en Filosofía José Jara.

Estos académicos estarán distribuidos en las mesas: "La aparente sin-frontera neoliberal del mercado del arte", "Neoliberalización de la producción del hábitat", "El porvenir de neoliberalismo: sujeciones y resistencias", "Las paradojas de la normalización del exceso en el sistema neoliberal", "Límites al derecho de propiedad a comienzos del siglo XXI", "Educación y Neoliberalismo", "Neoliberalismo y medios de comunicación" y "Ética y Prevención en salud en el Estado neoliberal, ¿una antinomia?".

Las sesiones son gratuitas y abiertas a todo el público interesado, quienes pueden inscribirse en el sitio web www.escuelachilefrancia.uchile.cl, donde también se encuentra la programación completa. La Escuela Chile-Francia será transmitida en línea a través de www.uchile.cl/en-vivo

Presentación

Hace 40 años, la mañana del 21 de marzo de 1975, una inesperada reunión tuvo lugar en dependencias del edificio que, hacía tan sólo algunos años, había albergado a la III conferencia de la UNCTAD y que, por entonces, ya había sido rebautizado con el nombre de “Diego Portales”. Aprovechando una fugaz visita patrocinada por la Fundación del Banco Hipotecario de Chile, organizada por el economista Rolf Lüders y financiada por los grupos Matte, Cruzat y Yarur, Milton Friedman, el renombrado profesor de la Universidad de Chicago, era recibido por Augusto Pinochet en sus amplios despachos. Por cierto, entre el dictador y el economista la charla fue breve, además de accidentada por la comunicación mediante intérpretes. Sin embargo, no por ello el encuentro resultó menos decisivo. Muy pocos hubiesen imaginado el peso que aquellos 45 minutos pudieron llegar a tener sobre el destino de un pueblo y, luego, sobre el mundo. Pues, habiendo sido únicamente antecedida por Hong-Kong, la llegada del neoliberalismo a Chile fue rápidamente sucedida por Inglaterra durante el gobierno de Thatcher, EE.UU. en la era Reagan, Francia en el segundo mandato de Chirac, Brasil durante la administración de Collor de Melo y, así, hasta alcanzar al planeta.

Tan sólo un mes después de aquella lacónica entrevista, en una conocida misiva fechada el 21 de abril de 1975, Friedman se dirigía a Pinochet para recomendar, mediante una singular metáfora médica, un “tratamiento de shock”para hacer frente a la angustiosa “enfermedad” sufrida por la economía chilena. A grandes rasgos, se trataba de iniciar una drástica disminución del gasto público y una acelerada liberalización de obstáculos a la empresa privada que, implicando la promulgación de leyes que favorecieran despidos y la privatización de empresas y actividades estatales, permitiesen la implantación de una economía social de mercado. Pero, más allá de los efectos (en ciertos aspectos, desastrosos) de estas orientaciones y sin detenernos en la contribución de tales medidas a la crisis de 1982 –la mayor crisis económica que tuviera el país desde 1926–, lo central del episodio descansa en la decidido ingreso al manejo económico nacional de los discípulos de Friedman –los conocidos Chicago boys, los mismos que años antes habían deslizado El ladrillo– para implementar, bajo el amparo del terror, la persecución y el desmantelamiento social, las políticas antikeinesianas anunciadas por el maestro y por Fredrich VonHayek. Si, por cierto, el golpe institucional y social había acaecido algo más de un año antes con el bombardeo a la Moneda, el inesperado encuentro introducía un segundo golpe que, dependiente sin duda del primero, resultaba menos estridente aunque igualmente lleno de consecuencias, el shock neoliberal.

De hecho, este segundo golpe propiciado por el neoliberalismo está lejos de limitarse a la esfera económica. En efecto, en su curso de 1978-1979 dictado en el Collège de France, Michel Foucault subrayaba la plena envergadura política implicada en la racionalidad neoliberal. Lejos de representar una simple prolongación del liberalismo, como en parte lo sugiere su impronta neoclásica, el neoliberalismo se caracteriza por destituir uno de los aspectos centrales de la racionalidad liberal. Pues, si el liberalismo descansa en una clara distinción de las esferas pública y privada, asignando las competencias de la decisión económica a la segunda y de decisión política a la primera, la racionalidad neoliberal busca reducir toda decisión política a los órdenes de la decisión económica. Aquí radicaría el fundamento último sobre el cual el neoliberalismo puede esgrimir la pretensión de reconducir cualquier valor a un valor económico, sin importar sus formas de producción social ni las particularidades del dominio en que se expresan.

Por de pronto, ello tiene incidencia en la monetarización, y potencial mercantilización, de toda acción humana, permitiendo la entrada del mercado económico en las áreas más diversas y, privilegiadamente, en aquellas que, en otros tiempos, eran competencia de decisiones no económicas, como son la educación, la salud, el hábitat o las artes. Pero también incide en los ordenes políticos mismos, atentando directamente –como lo demuestra Wendy Brown– sobre las democracias liberales que el propio neoliberalismo pretende defender. Prueba de ello son, por cierto, los últimos escándalos recientemente acaecidos en nuestro país relacionados con el financiamiento de la política. En el fondo, si la crítica marxista clásica descansaba en una politización de la economía, el neoliberalismo parece sostenerse en una economización de la política, cuyo horizonte pone en serias dificultades a las instituciones características de las democracias liberales. No es extraño, entonces, que la implantación de la racionalidad neoliberal haya podido ocurrir, sin contradicción alguna, en territorios sometidos a restricciones masivas de las formas de convivencia democráticas: el Chile de Pinochet (incluyendo la posterior democracia tutelada), el Perú de Fujimori o la China de nuestros días, por poner solo algunos ejemplos.

En consecuencia, la racionalidad neoliberal no se restringe a la esfera económica, implicando al mismo tiempo las esferas social, política, institucional, cultural y, por supuesto, subjetiva. En efecto, al pretender reducir la libertad individual a la libertad de elección expresada en una decisión económica amparada en la inclinación espontánea hacia el valor, el neoliberalismo supone la producción de sujetos orientados hacia el emprendimiento individual. Foucault ya había podido indicar la emergencia de una configuración subjetiva marcada por el hommo economicus que, en nuestros tiempos, tiene especial vigencia bajo la figura del “empresario de sí-mismo”. Evidentemente, ello no significa que los sujetos se encuentren enteramente sometidos a dicha racionalidad orientada a la gestión de sí y resulta evidente que los individuos resisten de las más diversas formas. Incluso en dictadura resistían al abrigo del secreto, de la clandestinidad, de las estrategias colectivas de supervivencia o, incluso, del under-ground. Pero las exigencias del neoliberalismo sobre los sujetos dan dialécticamente cuenta de las formas de esas mismas resistencias, así como de las pautas de sujeción a las cuales se contentan los individuos en sus ajustes a las distintas esferas de la gubernamentalidad neoliberal.

Consistentemente, la racionalidad neoliberal no implica únicamente un modelo económico, sino también un modelo de sociedad, un modelo de política, un modelo de cultura y un modelo de individuo. Por ello resulta, al menos, ingenua la pretensión de los gobiernos democráticos postdictatoriales chilenos de haber querido conservar el modelo (entiéndase, económico), amparándose en un pretendido consenso respecto de su éxito, sin con ello reproducir sus modelos social, cultural, político e individual. Como lo señala Alberto Mayol, las movilizaciones ciudadanas ocurridas en los últimos años con motivo de la educación, de la salud, de la defensa de los barrios, de la protección de la naturaleza, del endeudamiento, de la cuestión indígena, de las condiciones laborales, de las pensiones, etc., dan bien cuenta de una puesta en cuestión del modelo neoliberal en sus diversas aristas, expresando las resistencias que, al no toparse con el terror y la persecución, expresan abiertamente su disconformidad con el segundo golpe que hasta el día de hoy no parece haber emprendido su retirada.

Muy por el contrario, los gobiernos democráticos post-dictadura, al no haber cambiado el modelo, parecen haberle conferido al neoliberalismo chileno un Estado capaz de otorgarle la legitimidad política que nunca tuvo. Contradictoriamente, la doctrina precisamente fundada en la reducción del Estado parece haber necesitado íntimamente del Estado, aunque de un Estado adecuadamente coaptado por los estados del poder económico y la racionalidad neoliberal. Pero no sólo de un Estado, sino también de una multiplicidad de estados: estados sociales, culturales, institucionales… e, incluso, estados de ánimo y estados del alma.

Esta es la problemática que, a partir de una mirada interdisciplinar, se cuenta abordar en la IX Escuela Chile-Francia: Estado(s) del Neoliberalismo, organizada por la Cátedra Michel Foucault de la Universidad de Chile en colaboración con la Embajada de Francia en Chile. Quedan todos ampliamente invitados a participar de una reflexión que nos concierne a todos y a todas en nuestras experiencias más cotidianas.

Esteban Radiszcz
Secretario Ejecutivo
Catedra Michel Foucault
Universidad de Chile