Avances y deudas pendientes en la administración pública, un análisis desde el enfoque de género

Las mujeres en la administración pública: avances y deudas pendientes

Patricia Varela, socióloga de la Universidad de Chile, fue presidenta del Centro Estudiantes de Ciencias Sociales (CECSo) en 2005. Decidió estudiar sociología, pese a que su papá le recomendaba otra profesión, siendo ella la primera generación de profesionales en su familia. Casi al término de su periodo como estudiante secundaria en el Liceo Carmela Carvajal formó parte de una de las primeras manifestaciones estudiantiles del año 2000.

Al ingresar a la Facultad de Ciencias Sociales, rápidamente “me encanté con la carrera por su diversidad y amplitud de temas y enfoques, ya que tienes desde matemáticas en el primer año hasta ramos de epistemología e historia, entre otros,”, afirma Varela.

Tras presidir el Centro de Estudiantes de la Facultad fue senadora universitaria en 2006 y 2007. “En 2005 me tocó todo el tema de la re-estructuración de la facultad, fue una época de mucho movimiento y transformación tanto dentro como fuera de la universidad”.

Como dirigente estudiantil vivió situaciones de discriminación de género en una esfera política predominantemente masculina, lo que despertó su interés en continuar líneas de investigación y trabajos relacionados precisamente al enfoque de género, participando en la elaboración de diagnósticos y evaluaciones de políticas públicas a diversas instituciones.

“Las políticas públicas siempre me han interesado para mejorar las condiciones sociales y laborales en el país, cuya mecanismo más directo de incidencia es la evaluación de políticas públicas”, comenta. Actualmente, es Magíster© en Estudios de Género y Cultura mención Humanidades, Universidad de Chile.

- Según tu experiencia trabajando temas de género ¿cuáles son las condiciones laborales de las mujeres en la administración pública?

En la esfera estatal, siempre se pueden analizar temas de género porque últimamente se viene exigiendo una línea de trabajo casi obligatoria. Al principio, estaba el PMG de género que implicaba que casi todos los equipos debían hacer capacitación de género. Ahora, la mayoría de las evaluaciones piden que tengan perspectivas de género.

Si comparo mi experiencia a cuando empecé a trabajar, esta preocupación es mucho más transversal. Por ejemplo, la Corfo puede solicitar la evaluación de un programa para el cual necesita la perspectiva de género.

Sin duda aún persisten muchas barreras e inequidades que enfrentan las mujeres pero yo veo en perspectiva que se ha avanzado mucho. Antes, cuanto le contaba a alguien que cursaba un diplomado en perspectiva de género me preguntaban qué es eso. Ahora hablas de género y la gente sabe lo que es.

Recientemente, he estado trabajando en investigaciones y haciendo diagnósticos sobre participación de mujeres en sectores específicos de la economía, donde te das cuenta que todavía en Chile posee bajos porcentajes de participación femenina en cargos directivos. Si hablamos de derechos sexuales y derechos reproductivos, en 2015, ni siquiera tenemos aborto terapéutico, por lo que falta mucho por hacer aún.

- ¿A qué se debe la baja presencia de mujeres en la ocupación de cargos directivos?

Casi siempre, en los estudios que hay en esta línea, hay tres grandes causas. La primera tiene que ver con un componente cultural y es que estamos insertas en una cultura muy machista, entonces las mujeres que se aventuran a tener un cargo importante tienen menor cabida en las redes de poder, un tema a largo plazo.

La segunda razón es para mí clave y tiene que ver con cómo se distribuyen en la sociedad los temas del cuidado de las personas y el trabajo doméstico. Aún estamos en una sociedad donde las mujeres nos hacemos cargo de la casa, de los hijos y las hijas y de las personas enfermas. Entonces, hay un tema del cuidado que está muy familiarizado, lo ejercen principalmente las mujeres al interior de la casa.

Muchas mujeres optan por cuidar a sus hijos(as) y dejan de lado el poder optar a cargos que requieren mayor exigencia y disponibilidad horaria y que con niños(as) a cargo no pueden asumir. La clave reside en una socialización de los cuidados y entenderlo como un tema social. Si no hay alguien que pueda cuidarlos, la sociedad no se reproduce y eso es tanto tarea del Estado como de los hombres y mujeres, y también de las empresas. Sólo en la medida en que se toma conciencia de eso y se socialice el cuidado de personas y trabajo doméstico, las mujeres van a adquirir una real libertad para tomar decisiones y ejercer sus carreras laborales, académicas o políticas de mejor manera.

La tercera razón tiene que ver con un fundamento estructural relacionado con temas sociales de emprendimiento. Las mujeres todavía somos más tímidas al participar en asambleas, no nos atrevemos tanto a alzar la voz, somos más mesuradas en opinar y eso tiene que ver con un tema que es cultural y es que no nos educan para mandar o destacar. Entonces, nos cuesta hacernos de ese espacio y muchas veces los cargos los adoptan quien opinan más, habla más fuerte en la televisión y no necesariamente coincide con la persona con más capacidades, sino que es la más visible. Todavía la cultura nos tiene invisibilizada.

-Por el contrario, ¿en qué áreas han adquirido mayor relevancia las mujeres?

Yo creo que se avanza de apoco pero se avanza. Hace poco me tocó ir a una minera al norte llamada Gabriela Mistral, que es una división de Codelco, justamente porque estaban certificándose bajo una norma que elaboró el SERNAM con el Instituto Nacional de Normalización. Dicha norma consiste en hacer un sistema de gestión en equidad de género y conciliación de vida laboral, familiar y personal. Me pidieron que acudiera como experta técnica en género para desarrollar la certificación. Ellos formaron en la minera a la primera mujer en el mundo que operaba una maquinaria específica en minería.

Por otro lado, si se observa la oferta de capacitación de SENCE o FOSIS es posible encontrar cursos de gasfíter y mecánica, lo que demuestra que las mujeres están incursionando en trabajo poco tradicionales para ellas.

Las mujeres se están atreviendo a participar en la política estudiantil y en los poderes del Estado. Pero siguen faltando más mujeres en la gerencia en empresas públicas y privadas, y si no se toman medidas reales para poder contrarrestar las desigualdades estructurales es difícil que podamos avanzar.

Nos encontramos en una etapa donde hay que adoptar acciones afirmativas y correctivas frente a estas desigualdades. Al respecto, un buen ejemplo de cambio necesario a implementar es la ley de cuotas que para algunas personas se trata de una iniciativa controvertida, pero es necesaria. En países nórdicos la participación política equitativa entre hombres y mujeres se ha logrado gracias a este tipo de medidas –ley de cuotas o leyes de paridad–, porque por más que se generen oportunidades –que es el discurso más instalado– si tienes desigualdades de base eso no se transforma en igualdad real.

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