Voluntariados en zonas afectadas por el tornado

"La Universidad debe poner en práctica sus conocimientos porque de esa manera se valida con organismos gubernamentales y con la comunidad"

Entrevista a NIID: voluntariados en zonas afectadas por el tornado

El día jueves 30 de mayo, Adriana Espinoza, coordinadora del Núcleo de Investigación e Intervención en Emergencias y Desastres (NIID) fue invitada por el Departamento de Psicología de la Universidad de Concepción a participar del Seminario “Desastres, investigación e intervención comunitaria: Diálogos para la acción”, en donde ofreció reflexiones en torno a la experiencia del núcleo en torno al trabajo de intervención que este ha realizado en zonas que han sido afectada por desastres como Copiapó, Quintero y Puchuncaví y las ciudades afectadas por el terremoto del años 2010.

Es misma noche Adriana volvió a Santiago, mientras que Jenny Moreno, académica de la carrera de Trabajo Social y también parte del NIID, aterrizaba en una lluviosa Región del Biobío. Al día siguiente (viernes 31 de mayo), Jenny se encontraba en una reunión con el Departamento de Gestión de Riesgo de la Municipalidad de Talcahuano, cuando a eso de las 2 o 3 de la tarde empiezan a sonar las alarmas, se corta la luz y los hacen evacuar el edificio. Un inédito tornado atacaba la ciudad de Talcahuano.

¿Cómo fueron esas primeras horas luego de enterarse del tornado?

J.M: Estábamos trabajando un proyecto de voluntariado espontáneo en desastres con la Municipalidad, estábamos justo hablando de desastres y pasa el tornado.

A.E: y tuvo que gestionarlo ahí mismo el voluntariado...

J.M: El día sábado me presenté en la Municipalidad de Talcahuano porque hacemos proyectos de investigación en conjunto y los ayudé durante todo el día a organizar el voluntariado espontáneo. Llegaron requerimientos de universidades para apoyar en primeros auxilios psicológicos y conocí a Loreto Villagrán, que es la persona que trabaja en la Universidad de Concepción y que es la que invitó a Adriana al seminario el día anterior. En el fondo fui una voluntaria y un aporte para el municipio en ese momento y les permití coordinar toda la ayuda que, en ese momento, ellos no tenían la capacidad para poder hacerlo.

Lo que habían estado trabajando tuvieron que ejecutarlo…

J.M: Claro, con ese proyecto nosotros generamos una guía de orientaciones para la gestión de voluntariados espontáneos y al otro día tuvimos que probar ese instrumento, y lo más interesante es que el día domingo llegó una comisión internacional de 4 países que observó el trabajo que nosotros estábamos desarrollando a nivel de voluntariado espontáneo. Llegaron observadores de Inglaterra, Islandia, Argentina y Ecuador. Los llevé al área que había sido afectada por el tornado - la zona cero - y tuvimos actividades el lunes y el martes en Concepción y Talcahuano, donde nos reunimos con distintas organizaciones también. Entonces fue teoría y práctica...

A.E: Y evaluación internacional…

J.M: Parece de película, porque esta comisión internacional fue justo a evaluar el trabajo que nosotros habíamos realizado en la provincia en tema de gestión de voluntariado espontáneo, proyecto que es parte del NIID como una de sus áreas de intervención.

¿Cómo evalúan el proyecto que venían trabajando teóricamente desde el núcleo con la municipalidad ahora que tuvieron que ponerlo improvisadamente en la práctica?

A.E: Por una parte, este este fue un tipo de desastre al que no estamos acostumbrados. Yo creo que fue un gran desafío para todas las municipalidades, para la ONEMI, para los organismos encargados de la gestión del riesgo y para todo lo que es voluntariado que trabaja más directamente la Jenny. Desde lo que yo trabajo que es lo psicosocial y tipos de intervenciones, requiere otro tipo de intervención. Hay que pensarlo desde otra perspectiva, porque para un terremoto ya estamos todos más acostumbrados, los aluviones y tsunamis son más predecibles, pero en Chile no están los instrumentos para predecir tornados. A nivel de la comunidad, es una situación mucho más compleja, más violenta y más traumática, porque la gente no sabía que era lo que estaba pasando. De hecho, la gente se volaba, literalmente. Yo estuve viendo en los matinales las historias de gente que fue rescatada, que salieron a mirar qué era este ruido y la agarró el viento. Una historia que vi por ahí, de una persona que se agarró de un palo que había en una vulcanización, y decía que estaba flameando como bandera, y cuando se iba a soltar, un amigo que era más gordito se tiró arriba y logró mantenerlo. Entonces, es una experiencia a nivel psicológico y psicosocial completamente distinta para la que no estamos preparados para nada.

¿Para ningún fenómeno o para este en particular?

A.E: Para este en particular, pero yo te diría que en general no estamos muy bien preparados porque mucho de esto tiene que ver con quién toma las riendas. O sea, ¿es la ONEMI? ¿Es el Ministerio del Interior? ¿Son las Fuerzas Armadas? ¿Es la Municipalidad? En estas situaciones se gestionan los típicos comités operativos de emergencia (COE) donde están los distintos sectores involucrados, pero frente a estos fenómenos, yo no sé si funcionan los COE. Por ejemplo, para los incendios se organiza a nivel local un comité operativo con todas las autoridades pertinentes y aparece la CONAF y los Cuerpos de Bomberos, porque tiene que ver cómo va atacar el fuego, pero acá, es como, ¿qué vas a atacar?

J.M: Además no hay instrumentos para medir la ocurrencia de tornados, entonces, en Talcahuano, las personas estaban choqueadas. El impacto psicológico es mucho mayor, no solamente para las personas, sino que también para los propios funcionarios que no sabían qué hacer ni cómo hacer ante la presentación de necesidades que ellos antes no tenían.

Y ante ese impacto psicológico ¿cómo fue la reacción de la gente?

J.M: Le comentaba a Adriana que el tornado afectó a la clase desfavorecida y la clase media. Afecto tanto al sector Brisas del Sur, que son casas muy grandes y bonitas que resultaron totalmente dañadas, como a sectores de población adulta mayor que había ya había sufrido el tsunami el 2010 y que volvió a ser afectada, esta vez, por el tornado. La multiamenaza y los mismos desastres que le ocurren a las mismas personas, nos hace replantear como NIIED una de las bases de nuestro trabajo como núcleo que es la resiliencia. La capacidad de resiliencia acá se vio, porque pese a toda la desorganización institucional que Adriana menciona, las comunidades están muy organizadas. Era bonito ver las ollas comunes, cómo llegaba ayuda de varios sectores de manera rápida y cómo los voluntarios ayudaban a limpiar las casas a abuelitos que no se podían mover. O sea, estaba todo húmedo, estaba todo mojado, se necesitaban manos extras y ahí fue fundamental eso, la resiliencia, y cómo estás preparado para un nuevo fenómeno como este tornado.

¿Cuáles fueron las principales organizaciones que participaron y asistieron a este voluntariado?

J.M: La gran mayoría eran jóvenes de universidades. Estaban universidades como la U. de Concepción, U. Andrés Bello, U. San Sebastián y otras universidades locales. Estaba INJUV, ADRA, que es una organización muy preparada de voluntariado con fines religiosos, y estaba la Defensa Civil. Todas ellas llegaron a primera hora a ofrecerse a ayudar y fue súper bueno.

¿Y las tareas que realizaron?

J.M: El municipio necesitaba que bajaran una aplicación en sus celulares para poder evaluar los daños de las viviendas en terreno. Si bien es cierto que los funcionarios municipales deben aplicar la ficha FIBE, esta ficha para poder sistematizarla te demoras dos días y al principio necesitabas información rápida, Entonces enviaron a 30 voluntarios a la calle con esta aplicación e iban viendo "casa dañada, grado alto, mediano, bajo" y en dos horas el municipio tenía un mapa con todos los sectores que habían sido afectado y eso lo hicieron gracias a los voluntarios porque no tenían más gente. Ese fue un ejemplo súper bonito.

Volviendo a la resiliencia que ustedes como núcleo mencionaron como base de su trabajo ¿Por qué le dan ese estatus tan fundamental? ¿Cómo dialoga con las instituciones más formales?

J.M: Para mí la resiliencia es fundamental en un proceso de reconstrucción o de poder enfrentar un desastre. Sobre todo, en las primeras horas, en donde por lo general se demora la ayuda, entonces, ¿quién más que tus vecinos y tu propia organización para ayudarte? Obviamente no es suficiente, porque necesitas apoyo técnico, necesitas ayuda especializada y ahí es donde entra el gobierno y entran las otras instituciones. Diría que es un aspecto fundamental, pero tiene venir combinado con estos otros elementos, ya que por sí sola una comunidad no podría recuperarse, porque necesita los subsidios, necesitas el apoyo técnico del SERVIU, del MINVU y del municipio.

A.E: Mi reflexión, desde Santiago, es que Talcahuano y Concepción tiene una experiencia completamente distinta porque vivieron el terremoto y el tsunami, pero aquí en Santiago yo creo que uno podría pensar que habría ese mismo tipo de respuesta, pero yo no estoy tan segura porque yo creo que acá en Santiago somos mucho más indolentes porque no hemos vivido una catástrofe donde hayamos sido el epicentro. Por otro lado, en mi experiencia en el norte, la gente está mucho mejor preparada que en el centro. En Iquique y en Antofagasta todo el mundo tiene su mochila, sabe por dónde evacuar y están preparados. Varía mucho el tema de la resiliencia en las organizaciones comunitarias dependiendo de los desastres que les ha tocado vivir. Desgraciadamente es así.

¿Y esa mayor capacidad de resiliencia se ve expresada en una mejor labor de las instituciones?

A.E: Todavía hay temas de quién coordina eso y afinar detalles. Yo creo que las instituciones de Estado están empezando a ver la importancia de las universidades en términos de incorporarlos a sus COE y el apoyo que pueda brindar no solo en términos de voluntarios capacitados, sino que respecto a otros conocimientos científicos que han ido generando en estas instituciones. A mí me ha tocado trabajar en Quintero y ahí es otro problema. Ahí la gente se ha organizado, pero hay un tema político y económico de fondo, básicamente donde la comunidad está absolutamente aislada y quedaron solos. La gente sigue teniendo episodios de contaminación todos los días, entonces estamos en un país donde cada ciudad tiene sus complejidades y donde claramente, como decía Jenny, necesitamos un trabajo conjunto entre científicos, médicos, académicos, municipalidades y la misma comunidad.

J.M: Sí, la universidad como espacio fundamental de generación de conocimiento científico, requiere que se ponga en práctica este conocimiento, porque de esa manera se va validando con organismos gubernamentales, como fue en este caso con el trabajo con voluntarios, y con la comunidad. Yo estaba ahí coordinando y fue una ayuda fundamental, ahí uno se da cuenta que la Universidad es importante. El apoyo que uno como profesional y como académica puede brindar, en este caso a un municipio, pero conectado con la sociedad civil, fue fundamental porque esta fue una ayuda netamente desde lo académico, pero que se transformó en algo práctico y ahí uno realmente le da el valor a lo que uno hace.

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