Jardín infantil virtual, ¿el nuevo paradigma educativo para niños y niñas?

Jardín infantil virtual, ¿el nuevo paradigma educativo para niños(as)?

Niños(as) jugando en plazas, parques y al interior de jardines infantiles, divirtiéndose al aire libre junto a sus madres, padres o familiares, pasando gratos momentos especialmente durante días soleados. Un cuadro típico de esparcimiento que a partir de las medidas de confinamiento por la pandemia del Coronavirus durante los primeros meses de este año ha cambiado radicalmente a juegos y pasatiempos al interior de los hogares, protegiéndose al máximo de posibles contagios del virus.

Pero no solo las actividades lúdicas han debido trasladarse a los espacios interiores, sino también las clases de niños(as), tal como ha ocurrido con los adolescentes en establecimientos educacionales y universitarios(as) en las casas de estudio a lo largo del país, una labor nada de fácil considerando que no estaban dadas las condiciones para las clases totalmente virtuales y son los padres y madres quienes han debido asumir un rol fundamental en la enseñanza de materias y contenidos escolares.

Una nueva modalidad de enseñanza y aprendizaje se ha instaurado en este periodo de encierro, levantando nuevas disyuntivas e interrogantes de si es posible trasladar el Jardín Infantil o las aulas a la casa, manteniendo al mismo tiempo vínculos con las comunidades educativas donde se solía interactuar, conversar, conocer, experimentar y descubrir elementos del entorno natural pero también del resto de las personas.

El sentido y viabilidad de un jardín infantil en casa

Para muchas familias se ha vuelto todo un desafío conjugar trabajo, labores domésticas y enseñanza de contenidos a sus hijos(as) por un tiempo prolongado que sigue siendo indefinido. Resulta difícil que los(as) más pequeños(as) no se aburran en el confinamiento y, muchas veces, los(as) adultos(as) no saben cómo mantener su atención para pasar materias curriculares, lo que se solía hacer en establecimientos educativos.

Suena y parece lógico pensar que las mismas actividades que se realizaban en el jardín infantil pueden ser replicadas en casa, pero en la práctica –indican expertas– es una idea bastante irrealista. Con la mayoría de los jardines infantiles cerrados, excepto aquellos que están haciendo turnos éticos, muchas instituciones, educadoras y educadores han decidido mantener el contacto con los niños, niñas y sus familias de manera online, propiciando situaciones de aprendizaje en sus casas a través de diversas estrategias. Una de ellas –y al parecer la más común– es el envío de fichas de trabajo o de actividades para que las familias hagan con sus hijas e hijos en casa.

Estas estrategias pueden parecer una buena idea ya que en teoría permiten mantener a los niños y niñas ocupados(as), desarrollando hábitos y aprendiendo los contenidos que sugiere el currículo nacional. Sin embargo, María Jesús Viviani, jefa de carrera de Pedagogía en Educación Parvularia, describe que existen muchos aspectos que no se están considerando en este “nuevo modelo”; principalmente los intereses y necesidades de los mismos niños y niñas.

“Nos encontramos en una realidad compleja, incierta, y extremadamente desafiante para las familias con niños y niñas pequeños(as). Muchas madres y padres están intentando trabajar desde sus casas cumpliendo con objetivos de “teletrabajo”, otras familias deben salir a trabajar a pesar de los riesgos sanitarios, otras familias han perdido sus fuentes de ingreso ya que estas dependían del contacto con personas y buscan “reinventarse” día a día. Una madre o padre que trabaja en un supermercado con la ansiedad que esto conlleva hoy, no necesariamente querrá sentarse a hacer actividades propuestas por el jardín de su hijo(a) cuando llega a casa”, apela.

Tampoco son mayormente conocidas las situaciones particulares de cada familia, por lo que no se pueden “imponer” cosas que hacer o formas de relacionarse con sus hijos(as). Quizás a algunas familias se verán beneficiadas con este modelo, pero otras claramente no. Viviani considera que esta situación requiere de respuestas flexibles y adaptadas a cada realidad, con un alto componente se sentido común y de empatía. Es momento de priorizar los intereses de cada niña, niño y cada familia, por sobre el trabajo de los contenidos y, muchas veces, “esto implica olvidarse de lo que conocemos como jardín infantil y su estructura, para dar paso a nuevas rutinas, actividades y aprendizajes”, añade la académica.

Comenta que "algunos establecimientos envían guías o documentos de trabajo a los niños y niñas replicando un modelo "escolarizante", lo que no necesariamente respeta sus derechos, al no considerar sus opiniones, necesidades y formas de aprender en el confinamiento".

De todas maneras, “pienso que la política pública podría hacer más para evitar que se produzcan estas situaciones para fomentar el bienestar de los niños. Por ejemplo, no existen opciones organizadas para que niños y niñas puedan, al menos un rato a la semana, salir de sus casas por un período determinado y realizar movimientos y actividad física. Esto sí podría ser promovido por las políticas públicas y no ocurre”, añade Viviani.

Para Mónica Manhey, académica de la carrera y Departamento de Educación, también es necesario aclarar y comprender a nivel social que la educación parvularia o educación de los primeros años de vida no es sinónimo de jardín infantil. Tanto en Chile como en muchos países hay diferentes opciones de centros educativos (jardines infantiles, colegios o últimamente Play group) o programas (sala cuna en el consultorio o ludotecas), para quienes desean llevar a sus hijos o niños(as) u ofrecer mayores oportunidades de aprendizaje, valorando los beneficios que ello trae.

No obstante, sin importar si asistan a un centro educativo o programa, la familia es insustituible y por tanto son los primeros y más importantes agentes educativos. En tal sentido, al igual que Viviani refuerza que la idea no es replicar el jardín, sino que los niños y niñas tengan oportunidades de aprendizajes en sus hogares y en ello juegan un rol relevante los adultos significativos y a cargo de ellos, en todo momento y más en época de pandemia donde hay mucho nuevo que aprender.

Si bien los(as) niños(as) no pueden salir actualmente, como señala el pensador, psicopedagogo y dibujante italiano, Francesco Tonuci, la ciudad debe ser de ellos y toda la sociedad es educador(a). Lo mismo señalaba un dicho africano “para educar a un niño hace falta toda la tribu”, ello “nos apela a la necesidad como país, ciudadanos y sociedad en general de involucrarnos en la enseñanza de los niños y niñas. En este caso es necesario revisar los contenidos de los diferentes medios de comunicación, los mensajes que les envían los familiares u otros adultos a los niños y niñas, por ejemplo a través de videos, llamadas u otros y evidentemente lo que les ofrecen quienes están permanentemente con ellos(as)”, comenta Manhey.

Condiciones y ambientes propicios para la educación virtual

El confinamiento en esta pandemia ha sido especialmente complejo en términos formativos y educativos para niños y niñas, produciendo drásticos cambios en la vida cotidiana. Por eso, la demanda y necesidad por implementar clases virtuales deben estar sujetas a nuevos horarios de trabajo, ya que éste claramente es interrumpido por otras tareas domésticas y la interacción entre los miembros de la familia.

La académica Mónica Manhey subraya que en este escenario, los empleadores deben confiar en sus funcionarios(as), quienes se organizarán de otra manera para cumplir con las demandas laborales. Si bien el Ministerio del Trabajo llamó a impulsar medidas de ‘teletrabajo’ y flexibilidad laboral para reducir los niveles de contagio, y la responsabilidad de brindar las condiciones de seguridad para los trabajadores recae completamente en los empleadores, según lo establece el artículo 184 del Código del Trabajo, la docente se pregunta qué ocurre con el bienestar emocional de los(as) trabajadores(as), ya que muchos se sienten frustrados(as), desconcertados(as) e inseguros(as) de no poder desarrollar las labores de la mejor manera. A esto se suma el cuidado y atención de sus niños y niñas.

Si bien hay situaciones excepcionales, en general la percepción de María Jesús Viviani es que no se están dando suficientes facilidades a las familias con hijos(as) pequeños(as) para que se hagan cargo de su cuidado y educación, además de cumplir con los objetivos profesionales. Es necesario, por un lado, que haya una comunicación fluida y que los(as) trabajadores(as) puedan conversar con sus empleadores explicando sus problemas particulares, buscando alguna solución conjunta.

Por otro lado, es importante también que a nivel político se generen las condiciones para que aquellas familias con hijos(as) pequeños(as) puedan acceder a horarios más flexibles, menores cargas de trabajo y otras flexibilidades que requieran mientras los niños(as) estén en casa. Al mismo tiempo, es muy relevante que las decisiones políticas consideren los intereses y necesidades de los niños y las niñas, y no solo de sus padres.

Adultos y niños(as): una relación de mutuo aprendizaje

La educación y cuidado de los niños y niñas siempre ha sido, en primer lugar, responsabilidad de las familias, mientras que el jardín infantil se ha transformado en un espacio donde esta responsabilidad se comparte con educadoras, técnicos y otros niños(as), pero donde las familias (padres, madres y otros cuidadores) continúan teniendo un rol esencial.

En este contexto de crisis sanitaria, el problema es que buena parte del proceso de compartir la crianza y educación se pierde por la distancia y las familias deben hacerse cargo por sí solas. Si bien la idea de que el jardín esté presente de manera online puede aliviar esta tarea, muchas veces genera lo contrario ya que, al no ser una presencia adaptada o contextualizada a la realidad de las familias, crea una presión adicional a todo el trabajo ya existente.

“Pienso que es importante entender que estamos en un “modo de sobrevivencia” y tomar conciencia de que simplemente no podemos hacer todo lo que nos gustaría o lo que teníamos planificado para este tiempo, y está bien. Debiéramos derribar la idea de estar obligados a solo producir y avanzar en los objetivos de aprendizaje que propone el currículum de educación parvularia. Más bien es tiempo de volver a lo básico y organizarse a partir de ello. Tanto nosotros como nuestros niños y niñas necesitamos dormir, comer e idealmente realizar algo de ejercicio diariamente. Nuestro bienestar físico, emocional y psicológico están en primer lugar y es en esto en lo que debemos gastar nuestras energías”, detalla Viviani.

¿Cómo puede el jardín infantil realmente ser un aporte en este contexto? De acuerdo a la educadora de párvulos, éste puede entregar una suerte de estructura o rutina a las familias que las ayude a organizarse. También se puede utilizar la tecnología para fomentar las interacciones y mantener relaciones cálidas entre los adultos del jardín (educadoras y técnicos) y los niños y niñas. Pueden sugerir experiencias lúdicas y concretas para promover el movimiento, la creatividad y la actividad física, que estén integradas con las actividades de las familias, además de analizar la situación emocional de cada familia e intervenir para promover el bienestar de todos los miembros.

Cómo llevar de mejor manera el proceso educativo en el hogar, conciliando juego y trabajo

Hoy en día, los caminos y estrategias de educación en casa que se han generado en educación parvularia han sido principalmente el envío de fichas de trabajo desde el jardín infantil, la sugerencia de actividades de estimulación y otras como manualidades o creaciones, el envío de videos con cuentos y canciones y la realización de llamadas o videollamadas con los niños y niñas.

Estas estrategias son muy desafiantes, explica Viviani, tanto para educadoras(es) que deben diseñarlas y enviarlas, como para las familias y especialmente los niños(as) quienes deben ejecutarlas en un tiempo acotado y en medio de rutinas familiares muy recargadas. Muchas veces los objetivos no se logran, los niños y niñas no desean sentarse a hacer las actividades, los padres y otros adultos no pueden apoyarlos, o simplemente no pueden imprimir las fichas y les resulta imposible resolverlas.

Un Jardín Infantil también debiera considerar estas realidades y aconsejar a padres y cuidadores para crear ambientes positivos de respeto y crianza horizontal, donde niños y niñas sean tratados como iguales, y en los cuales la autoridad se gane mediante el respeto al niño(a) como persona, no mediante el miedo o amenazas.

“Debiera también ayudar a los padres a ser responsivos, es decir, atentos a los sentires y expresiones de los niños(as), y responder a ellas. A entender que niños y niñas también se estresan, se cansan y se sienten sobrepasados en este tiempo, y que sus reacciones no son caprichos sino respuestas auténticas a estas emociones. Todo esto es una tarea muy difícil, sobre todo considerando las limitaciones de la comunicación online”, comenta.

De cara a una mejor experiencia educativa y convivencia al interior del hogar, la académica sugiere, entre otras cosas, aceptar esta situación difícil sin “presionarnos o juzgarnos de más” por parte de los adultos. Aceptar las propias emociones aunque sean negativas, pensar en aquello que no podemos controlar y enfocarnos en lo que sí podemos. Tomar recreos cortos durante el día para beber agua o hacer ejercicio. En vez de utilizar tres horas seguidas para terminar algo, hacer pausas entre medio para dar a los niños(as) la atención que necesitan.

Organizar oportunidades para que los niños y niñas conversen con familiares a través del teléfono o por videollamada, sumado al fomento del juego autónomo y creativo, utilizar herramientas visuales para hacer saber a los niños en qué momento están disponibles. En ese sentido, Mónica Manhey añade que es importante enseñarle a los niños y niñas después de los primeros años de vida que cada persona necesita su espacio, respetar su intimidad y sus intereses. Para ello, una actividad recomendada por María Jesús Viviani es emplear papeles de colores rojo, amarillo y verde, explicando que cuando está en “rojo” el adulto se encuentra muy ocupado, “amarillo” puede responder a preguntas o comentarios, y “verde” es momento de jugar juntos(as).

Una clave en la comunicación entre adulto-niño es la honestidad, especialmente cuando preguntan qué está sucediendo en el mundo y por qué no pueden jugar todo el tiempo con ellos(as). También recordar, como señala Mónica Manhey, que no hay un horario para aprender o jugar. En la cotidianidad de las tareas domésticas y de una manera entretenida los niños pueden “jugar al restaurante” colocando cubiertos, platos y servilletas o recogerlos al finalizar, a “la lavandería” clasificando ropa oscura y clara, hacer la cama junto al adulto, ayudar a regar las plantas, entre otras acciones, enseñándoles al mismo tiempo conceptos, ideas y significados.

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