Opinión

De-Privados de la Educación en el Bicentenario

De-Privados de la Educación en el Bicentenario

I. De dónde venimos...

La educación es tan vieja como el género humano. Desde el inicio de la civilización humana la educación se desarrolló como el medio para la transmisión y re-creación de la cultura que permitía la supervivencia de los diversos grupos humanos.

Con la civilización sedentaria, de urbe, se produjo progresivamente un cambio en el medio tecnológico para la tarea educativa, pasando de lo oral a lo escrito; del espacio doméstico al público, y de lo más personalizado a lo más colectivo.

La consolidación de los estados modernos, la constitución de las naciones y la revolución industrial dieron origen, para una mejor consolidación transgeneracional, a las escuelas y a los sistemas escolares como hoy los conocemos.

Chile no es la excepción, y tempranamente en los albores de la naciente república se determina la necesidad de articular un sistema escolar que genere una conciencia nacional en el territorio, al servicio del desarrollo productivo y de la mejor consolidación del nuevo estado-nación. Llegando a configurarse un sistema educativo estatal que constituía una de sus columnas vertebrales.

Pero como todos sabemos, o deberíamos, lo poco agrada y lo mucho hostiga. Así también, más educación para más gente lleva a mayores exigencias "sociales"; ya que generalmente las personas con más educación de verdad, tienden a entender mejor lo que pasa, a cuestionar lo "supuestamente incuestionable" (lo natural), y a demandar más justicia, igualdad y derechos. Aunque al mismo tiempo, más educación para más gente tiende a producir más riqueza en menos tiempo. Por lo que se reduce la ecuación a cómo repartir o distribuir con equidad suficiente para no acabar matando a la llamada "gallina de los huevos de oro" (productividad). Pero como la costumbre por estos lares es que son otros, muchas veces de lejos (multinacionales, capital internacional), otras no, son de cerca (capital nacional), los que ponen la plata (son los dueños de las propiedades de producción), también quieren que suene la música que más les gusta (maximizar sus propios beneficios, reduciendo los de las mayorías con más educación).

Son estas tensiones, entre otras, las que se esconden tras las llamadas reformas educativas. En el último ciclo largo (1970-2010) se han sucedido en Chile tres reformas, o intentos de reformas.

La primera, y más corta (1970-1973), el intento, por parte del gobierno de la Unidad Popular del Presidente Allende, de crear la Escuela Nacional Unificada (ENU), como el mejor medio (a su entender) de garantizar una mejor educación para todos (o para las mayorías populares), en continuidad, en cierta forma, con la reforma educativa de los 60 (la de Frei padre) que había extendido el acceso a la educación básica y media como nunca antes en Chile.

Pero este intento pareció mucho a grupos importantes y también numerosos (al menos en el parlamento, las fuerzas armadas y de orden, algunas iglesias, los empresarios, etc.), que entendieron que además vulneraba las cláusulas de garantías que Allende debió firmar para ser investido presidente. Y este fue el motivo, entre muchos otros que nunca faltan, para apoyar un pronunciamiento militar que se convirtió, al poco andar, en un golpe de estado y en una dictadura (bien dura, fascista).

Este gobierno de facto también se propuso una nueva reforma educativa, y ésta no quedó solo en un intento. Intervino toda la educación superior, expulsó profesores y estudiantes universitarios; mató o desapareció a unos cuantos, bastantes, profesores; disolvió el sindicato unificado de trabajadores de la educación (SUTE), etc.

Pero más, a los pocos años disolvió el sistema escolar público estatal de educación que había costado constituir a Chile sus 170 años. Y lo transformó en un sistema municipal desorganizado, sin financiamiento suficiente, y con obligada competencia con un sistema privado (pequeño y autofinanciado) y con un sistema privado subvencionado por el mismo gobierno en las mismas condiciones que los municipales, pero con capacidad de selección de estudiantes y familias.

Adicionalmente se permite el surgimiento de institutos profesionales, centros técnico profesionales, universidades, y todo tipo de emprendimientos educativos.

La premisa principal: "el mercado mejorara la educación: más acceso y más calidad".

Y todo queda atado y bien atado en la LOCE (Ley Orgánica Constitucional de Educación), firmada por el general (del que ahora sabemos diversas aficiones poco recomendables) en la noche anterior a "transmitir el mando" a un Presidente electo tras un largo periodo de movilización social y lucha contra la dictadura, y de desgaste interno e internacional de la misma.

Se inicia un periodo llamado de "transición", en que para empezar se trata de democracia y justicia "en la medida de lo posible", que no siempre es tanta, ni tan poca.

En educación se trata de iniciar cambios, también "en la medida de lo deseable", de a poco. Eso sí, con más inversión y con un gran gesto a los profesores: el estatuto docente. Solo para los del sector municipal. Se deja sin resolver la llamada hasta hoy "deuda histórica a los profesores".

A cambio se inicia la Comisión de Modernización de la Educación (1994. Bruner 1.0), que se supone representaba la pluralidad del país; y que planteo directrices para una Reforma Educativa de verdad (tercera del periodo), pero dentro de los márgenes (rayado de cancha) de la LOCE y de la Constitución de la Dictadura remendada por los "acuerdos de la transición".

Siguen aumentando los recursos públicos destinados a educación. Incluso se atraen recursos "privados" de los padres y madres dispuestas a una mejor educación para sus hijos/as, por medio del "financiamiento compartido". Tierna y conmovedora idea del ala izquierda de la Concertación que gobierna la transición; y cuyo efecto "perverso" no es otro que el aumento del sector privado subvencionado, y de la selección y consiguiente segmentación del sistema escolar chileno. Es importante referirnos en este momento a que estas afirmaciones no son fruto de mentes calenturientas, sino que son sostenidas de forma pública y publicada por organismos poco dados a veleidades izquierdosas como el Banco Mundial, la OCDE, etc. Adicionalmente están demostradas y documentadas en la mayoría de los artículos de investigación sobre la situación actual del sistema escolar chileno.

Pero se hacen cosas, interesantes y valiosas. Se reforma el currículum de educación básica y media; se construyen nuevos centros escolares nuevos. Se aumentan los salarios de los profesores; se invierte en equipamiento escolar (NTIC, libros, textos escolares...); y en apoyos y becas; etc. Se aumenta el tiempo en la escuela con la Jornada Escolar Completa, y más y más.

Pero lamentablemente, todo dentro del rayado de cancha señalado (el de la segunda reforma, la de los 80). Y adicionalmente se implementa un sistema de medición de la calidad de la educación (SIMCE) basado en algunos indicadores de los resultados de aprendizaje de los estudiantes en 4º, 8º de básica y 2º medio.

Este sistema es plenamente responsabilidad de los gobiernos de la concertación.

Su utilización mediática e ideologizada, año a año; y su no utilización adecuada por la política pública de educación, llevan a un profundo deterioro de la educación municipal, de la imagen pública de los profesores, y de la propia política educativa explicitada en los discursos gubernamentales. De la política implícita no podemos hablar, porque de ella no se habla, no está en los documentos ni en los discursos. Solo podemos intuirla en los resultados reales, ya que la política pública es tanto lo que se hace como lo que no se hace. Y se evalúa por los resultados y no por los discursos de buenas intenciones.

Para el 2006, después de tres gobiernos de transición (a estas alturas eterna transición), la generación "sin memoria y sin miedos" (nacieron en el 1989, 90, 91; tenían 15, 16 o 17 años y por tanto no conocieron la dictadura, y se educaron íntegramente en la "educación de la transición o de la concertación") intentó tomarse en serio lo del "gobierno más ciudadano" de la recién electa Presidenta Bachelet, y mediante la conocida como "revolución pingüina" dejaron planteado en el discurso y en la acción que esta educación LOCE de lucro y selección no es la educación pública que la mayoría de los ciudadanos desea y espera en nuestro país.

Tras movilizaciones, comisiones, acuerdos y desacuerdos; finalmente se aprueba por las cúpulas partidistas y por el Parlamento una nueva Ley General de Educación (LGE), que sustituye a la pequeña parte de la LOCE que habla de educación básica y media; dejando intacta aquella mayor parte que habla de educación superior.

Esta nueva ley, acordada por acuerdo con la minoría que controla los cambios serios e importantes que pueden hacerse a las leyes heredadas de la dictadura (téngase presente el efecto combinado del binominal y el quórum calificado), representa bien los intereses comunes de la derecha y de los liberales concertados (2009. Bruner 2.0). Este acuerdo desconcierta a tantos, que no es de extrañar que posteriormente, la concertación entera se desconcierte al perder el gobierno y dejarlo en manos de los verdaderos hacedores de las políticas públicas, leyes y "demases", en esta larga transición del "como si". Como nuestro colega sociólogo señaló en otro lugar: llego el original y se va la copia.

II. En que estamos

El año 2010, año del inicio del bicentenario, se inicia con la victoria electoral del nuevo Presidente Piñera: primera vez en más de 50 años que la derecha gana una elección (aunque sea con la participación de escasamente el 50% de los ciudadanos mayores de 18 años). Terremoto político: desconcertación.

Al poco tiempo, en plenas vacaciones de verano y antes del cambio de mando, se produce el terremoto verdadero, el geofísico, el 2º más grande de Chile y 4º del mundo. Con tsunami. Se constatan dificultades serias de coordinación, de capacidad de respuesta, etc.

Y como siempre ocurre, todo terremoto trae consigo varios terremotos sociales: mediáticos, vandálicos, solidarios, emprendedores, etc. Cada cual deja salir lo mejor y lo peor. Y todos juntos reflejamos las complejidades de nuestra realidad social: lo que hay y lo que falta.

El desastre fue mayúsculo; todavía queda bastante. Y en educación nuestro nuevo ministro se propone metas; difíciles, claro. Televisadas, también. Se propone escolarizar a todos, como sea, en un plazo record. Y lo logra usando dobles turnos, y hasta conteiner, y carpas rusas. La calidad educativa, en la emergencia, no es prioritaria. Y yo me hago de nuevo una pregunta sospechosa: ¿Qué tendrá la escuela que hace tan peligroso que los niños y jóvenes puedan dejar de acudir a ella, incluso en contexto de catástrofe social? Dejo al lector la inquietud que parece atormentarme, y quizás algún día podamos organizar un seminario para compartir reflexiones que nos ayuden a desentrañar la "cara oculta de la escuela" que la hace tan imprescindible.

Durante este año, y en base a los efectos del terremoto se han fusionado bastantes escuelas a lo largo del país. Donde había varias pequeñas escuelas locales se ha instalado una nueva escuela modular, financiada por los fondos de la Teletón: Chile ayuda a Chile, y aportes de generosas empresas privadas. La reconstrucción escolar tiene rostro privado. Lo que el estado no puedo o no quiere hacer, lo hacen los privados de mil amores; y de paso propagan la imagen de que lo privado es mejor, más rápido, más bonito, etc.; en las nuevas generaciones. En educación el terremoto (el uso del terremoto por la política pública de educación) colaboró con el proceso privatizador, incluso allí donde hasta ahora no había habido intereses privados interesados en incursionar.

El desarrollo y retraso en comenzar el curso escolar en varias regiones del país, suscitó la posibilidad de que igual era conveniente, este año, no hacer las mediciones SIMCE, por evitar resultados demasiado influenciados por el fenómeno terrestre. Pero el "sentido común" del gobierno (si no se mantiene la cuerda corta (control) puede pasar cualquier cosa) llevó, no solo a que Lavín mantuviera el SIMCE 2010, sino además a reforzar su impacto. Para ello implementó, apenas salimos del sismo (parece que la doctrina del shock funciona), con los resultados del SIMCE 2009, un nuevo artilugio mediático: los semáforos de Lavín.

Recordando sus mejores momentos mediáticos de alcalde de la capital, decidió que para informar adecuadamente a los padres/madres y a la ciudadanía de la calidad de las escuelas, lo mejor era simplificar los números y reducirlos a los colores básicos de la circulación vial; que de eso todos saben.

Para ello tenemos que los colegios de Chile se reconocen con un semáforo: rojo (por debajo del promedio nacional), verde (por encima del promedio nacional) y amarillo (en el promedio nacional); simple y claro. El problema es que no sabemos qué es lo que señala el semáforo. Lavín y el gobierno dicen que señala la calidad de los establecimientos escolares; de forma que los padres deben huir de llevar a sus hijos/as a los establecimientos rojos y acudir a los verdes.

Pero curiosamente los verdes son los colegios pagados y particulares subvencionados compartidos; a los que acude la clase media y alta, y están en determinados lugares de las ciudades. En cambio los rojos son los municipales de sectores populares y rurales. Salvo excepciones, claro. Los primeros seleccionan y cobran; los segundos no. ¿Dónde puede llevar a sus hijos/as la mayoría de la población?

El efecto mediático es directo, grosero, perverso; y tal vez anticonstitucional y atentatorio de los derechos humanos de profesores, padres y estudiantes. Ya que, diciendo informar de calidad educativa, en realidad etiqueta y discrimina por clase social, recursos socioeconómicos de las familias, territorios sociales, etc. La calidad, como saben todos los expertos y cuasi-expertos en educación, no se puede medir por los resultados escolares directos de los estudiantes; sino que hay que considerar variables intervinientes como: inversión, nivel educativo de los padres; selección escolar, etc. De lo contrario se está engañando descaradamente a la población.

Otro tema del año ha sido la violencia escolar; más por su abordaje que por ser un tema nuevo. Muchos hemos estudiado como la escuela ejerce una violencia simbólica material sobre los estudiantes. En este contexto, las normas, la disciplina y la convivencia en las escuelas es un tema de siempre, tan viejo como el hilo. Quizás la novedad de los últimos tiempos es que sea noticia; que se dé cobertura mediática al profesor(a) que agrede a un(a) estudiante y al estudiante que agrede a un(a) profesor(a). También, debido a algunos casos extremos de suicidios, las agresiones y acosos, el "matonaje", entre los estudiantes. Los casos concretos y graves se toman las noticias y motivan la necesidad de "legislar". En Chile todo se resuelve con leyes que no se cumplen. Ahora los profesores son responsables y deben denunciar a sus estudiantes que ejerzan amenazas, agresiones y demás, sobre sus compañeros. Los profesores(as), además de expertos en sus respectivas disciplinas (hasta hace poco esa era la exigencia principal que se echaba en falta en los profesores), deben ser "expertos policías" de estudiantes en las escuelas. La teoría y la práctica de que la función de las escuelas es "vigilar y castigar", nunca estuvo tan explícita como con la Ley de violencia escolar. Ley que pronosticamos provocará un aumento de la violencia escolar (de las escuelas y en las escuelas). Y entonces quizás queramos copiar la nueva idea de la reforma del gobierno conservador en Inglaterra, que consiste en introducir en las escuelas como profesores a los soldados que vuelven de Irak; ellos si saben cómo abordar la violencia.

Y como no hay dos sin tres. El tercer tema del año en educación se refiere a la necesidad de enseñar lo importante para mejorar el SIMCE: más lenguaje y más matemáticas. Y como para que algo aumente, algo disminuye; se propone reducir las horas de historia y ciencias sociales; pero también de tecnología y de artes. La reducción de las horas de historia tiene una explicación bastante clara. En historia se habla de cosas muy ideológicas y la escuela no está para ideologías. La escuela está para aprender a ser un hombre y una mujer de provecho, de trabajo y de orden. Los ideológicos de siempre han protestado; especialmente los del gremio; claro, seguramente temen perder campo laboral.

Mera disputa gremial. No parece inocente el tema, en el contexto de una necesidad de reescribir la memoria y la historia reciente, especialmente dadas las supuestas "tergiversaciones" realizadas por algunos durante el periodo de la eterna transición.

Mientras tanto los proyectos de Ley de Agencia de Calidad y Superintendencia caminan a paso lento por los pasillos del Congreso. Se negocia y se aprueba, con algunos pequeños cambios, el presupuesto de la nación para educación 2011.

Un tema emblemático de este presupuesto es, además del excesivo presupuesto para evaluación (parece que evaluar es la forma de aumentar la calidad de la educación), el presupuesto para los llamados Liceos Bicentenario de Excelencia.

En ellos se seleccionará a los mejores estudiantes de cada ciudad y territorio, y tendrán la oportunidad de una educación de calidad. Estos liceos contarán con una inversión especial para mejorar sus insumos. Son una red de Institutos Nacionales que reflotaran la imagen maltrecha de la educación pública; demostrando que si se puede más calidad. Claro, siempre que no sea para todos y que podamos seleccionar los estudiantes que garantizaran la calidad. De estos liceos de excelencia saldrán, sin duda, los 100.000 nuevos emprendedores que prometió el presidente en su discurso del 21 de mayo.

El efecto esperado es que los demás liceos de país disminuyan su calidad (medida por el SIMCE), al ser descremados para llenar los liceos de excelencia.

Suma cero o negativa para el conjunto del sistema público. Excelente.

No faltan razones para esta política. Si la estrategia (selección de excelentes con fondos públicos) ha funcionado en los últimos 30 años en la educación superior; ¿por qué no va a funcionar en la educación media? Además, la Ley General de Educación ya dejó dicho y aprobado que desde 7º básico (12 años) "se puede" seleccionar estudiantes. Por último, a los papás y mamás chilenos nos gusta ser seleccionados en nuestros hijos/as. Es un honor, es parte esencial del "aspiracionismo nacional". Incluso más, para las familias más vulneradas, que selecciones a un hijo/a es una de las pocas posibilidades de "surgir" en medio de una sociedad tan estratificada, segmentada y desigual.

Y lo último, último; la "revolución educativa", que anuncian Lavín y Piñera, propone en realidad terminar con el estatuto docente, concursar los cargos de directores con perfil de gerentes; darles atribuciones para despedir un porcentaje de profesores; pagar a los profesores diferenciado en función de algunos aspectos marginales; y seguir pasando plata a los municipios. En realidad es un "reforma laboral regresiva" para los profesores y con efectos perversos sobre las escuelas. Lo que siempre quisieron hacer los de la copia y nunca pudieron, ahora sí va.

 

III. A dónde vamos.

Si partimos con los datos aportados por el último PISA, Chile va bien: es uno de los pocos países que mejoró desde el 2000 y de forma permanente (2000, 2006, 2009); incluso entre el 2006 y 2009 a los estudiantes de más bajo desempeño les fue mejor, y disminuyeron las diferencias de resultados entre los extremos.

Detrás de los resultados está el trabajo de los profesores y el aumento de los recursos e insumos destinados a la educación desde 1990, sin duda.

¿Seguiremos mejorando, al menos en estos resultados estandarizados? Difícil; por la dificultad de mantener aumentos sostenidos; pero sobre todo porque las políticas que pretenden implementarse no van en la dirección aconsejada por las evidencias internacionales y responden más bien a opciones meramente ideológicas. No hay mejora educativa con sistemas con alta inequidad y segmentación; tampoco con aquellos que promueven la competencia en lugar de la cooperación entre escuelas; menos si se promueve una educación diferenciada de forma temprana y los centros de excelencia son para pocos; y que decir sin el mejoramiento sustantivo de la dignidad, las condiciones laborales y los salarios de los profesores y trabajadores de la educación.

Y es un hecho que las políticas planteadas por Lavín van en la dirección claramente contraria de forma contumaz. También es un hecho que la Ley sustantivamente se va a aprobar porque sus asesores principales son los ex ministros de educación de la DC-Concertación. Y, según dicen en la tele, en un acuerdo posible de reorganización del centro y la izquierda para ir pensando en una alianza programática y/o electoral, ya se planteó por el presidente de la DC que el tema de educación debía quedar fuera del acuerdo. Es decir ya ha acordado llegar a un acuerdo para apoyar a Lavín y su plan de dar sepultura a la educación pública en versión actual (municipal) a través de planes sofisticados de hacer inviable la gestión de los centros, eliminar el mínimo de autonomía de que disponían y reducir a nada las posibilidades de participación de las comunidades escolares (profesores, estudiantes, padres/madres, etc.). Es el nuevo gerenciamiento de lo público como si fuera privado, para poder privarnos de lo público y someternos a una educación de-privados.

Los movimientos sociales, los foros de educación para todos, frentes amplios para la educación, el colegio de profesores, las federaciones de estudiantes, etc., protestarán como han venido haciendo. Pero todo seguirá su curso, el trazado por la segunda y verdadera revolución educativa del periodo reciente, para eliminar el intento de la escuela nacional unificada. En pocos años llegaremos a la unificación escolar en un modelo mayoritariamente privado con distintas modalidades: pagado, subvencionado compartido, subvencionado, de gestión concesionada, etc. Un sofisticado sistema para una educación privada de lo público, privada de participación; reducida a los intereses de los grupos corporativos y sus dueños. ¡FELIZ BICENTENARIO! (ya que todo esto ocurrirá antes del 2018).

La derecha y sus aliados reales no están interesados solamente en tener sus propios reductos educativos para sus hijos/as. Está interesada en colonizar lo público y los hijos/as de todos con el valor de los privado y mercantil. Y sus herramientas son: la educación, los medios de comunicación y el consumo a crédito. Todas ellas gozan de excelente salud en nuestro país para ejercer plenamente su tarea.

 

 

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