Entrevista a académicos de FACSO

El movimiento estudiantil de los 70-80, otros escenarios y una misma lucha

Movimiento estudiantil del 70-80, otros escenarios y una misma lucha

Como en la historia no ha habido ocupación sin resistencia, con el Golpe Militar del 11 de septiembre de 1973, surgieron acciones de oposición de los familiares de los detenidos desaparecidos y de los luchadores por los derechos humanos de Chile. Sin embargo, eran luchas que no estaban canalizadas a través de un movimiento social o de alguna organización, en parte, porque varios de los dirigentes estaban encarcelados, muertos, en el exilio y todas las reuniones habían quedado estrictamente prohibidas.

En este contexto -cuenta el académico de Sociología Manuel Canales, quien fue presidente del Centro de Alumnos de Sociología e integrante de la Comisión Coordinadora del Pedagógico entre 1978 y 1980- "en el ‘76 comienzan a gestarse clandestinamente movimientos más pensados de resistencia. En la Universidad de Chile y en el Campus Oriente de la Universidad Católica es donde tiene mayor dinámica. Comienza a nivel restringido una red de militantes democráticos de izquierda que empieza a tejer la base del movimiento estudiantil juvenil de los ‘80".

Pero claro, en esa época el gran tema era la seguridad personal. De lo contrario, podrían terminar como el resto de los desparecidos o torturados. "Teníamos el trabajo de reclutar militantes y era una tarea personal. Sacábamos revistas clandestinas como Crítica. Era un movimiento muy cultural y muy reflexivo, pero nada se firmaba con nombres sino con seudónimos. Estábamos involucrados en un 100% en la reconstitución del movimiento estudiantil universitario en Sociología, Filosofía, en el Pedagógico, en Historia, en Literatura y en el Campus Oriente, en Teología, con apoyo de Ingeniería, Economía y Medicina de la Chile", añadió Canales.

"Como estaban prohibidas las reuniones y había toque de queda, nos juntábamos bajo el alero de la Agrupación Cultural Universitaria. Figurábamos tomando clases de teatro o cualquier otra cosa y aprovechábamos de hacer actividades. En esos tiempos hacíamos muchos panfletos en mimeógrafos y los repartíamos en las calles durante las noches. Varios de nosotros estuvimos presos por hacer valer nuestras demandas. Fue un período muy duro", relató la académica del Departamento de Psicología, Jenny Assaél.

Los infiltrados hacían que el peligro de participar en la lucha fuera constante. Entonces fue que comenzaron a crear organizaciones ‘ilegales'. "Se elegían directivas de carreras que se coordinaban con otras carreras de la facultad que, a su vez, se coordinaban con otras facultades", explicó el académico de Psicología Pablo Valdivieso, quien en ese momento era el presidente del Centro de Alumnos de esta carrera. Valdivieso estuvo detenido tres veces. "Ahí comprobé que ellos sabían todo de uno: dónde habías estado, quién era tu familia, sabían toda tu historia; o sea, había un claro seguimiento a todas las personas que participábamos del movimiento estudiantil".

Incluso había sido amenazado por el director de Psicología, quien trabajaba para los servicios de seguridad del Estado, colaborando en la inteligencia de la CNI. "Me dijo un par de veces que yo estaba en la lista negra de la universidad", agregó el académico.

El académico del Departamento de Antropología, Claudio Cerda, pertenecía al panfleto Comité Reorganizador del Movimiento Estudiantil (CORREME). El cual, tuvo sus primeras actividades absolutamente clandestinas donde los estudiantes convergieron en algunas actividades que buscaban reorganizarse. "Trabajamos con ellos haciéndonos cargo de las funciones más simples, pero desde ahí intentábamos resistir a la intervención. En momento que había que hacer algo lo hicimos. Fue un periodo muy difícil de la vida y la historia", contó.

De esta manera -cuenta el académico Manuel Canales- se fue armando un movimiento bastante limitado en su campo de actuar, pero con una alta potencia política por el nivel de involucramiento de sus integrantes, como dirigentes universitarios y como dirigentes de los casi inexistentes partidos. "En ese contexto nos dirigíamos muy autónomamente e imaginábamos la lucha contra la dictadura. Pero tuvimos la astucia de entender que era una lucha a largo plazo, que nosotros no la íbamos a ganar sino que teníamos que subsistir como sujetos y resistir como organizaciones que pudieran tejer el asunto en el futuro", agregó el sociólogo.

La lucha que hoy se repite
En 1979 se comienza a gestar Ley General de Universidades, que se aprobó en el verano de 1981 para favorecer la privatización de la educación y decretar la fragmentación de la las dos grandes universidad públicas, entre ellas, la Universidad de Chile. Esto, porque se consideraba que de esta manera se atomizaría el movimiento estudiantil. Sin embargo, los estudiantes se resistieron desde un comienzo a esa ley. "Así llegamos a la famosa jornada de noviembre del '80, que significó un paro de tres semanas en el Pedagógico. Nos tomamos el Pedagógico junto con otras facultades, para reflexionar sobre lo que ocurría, porque el movimiento sólo salía a la calle con mucha estrategia", contó Canales.

"Los dirigentes estuvimos en huelga de hambre por 7 días -agregó Valdivieso-, éramos 1 dirigente por Facultad. Eso causó tensión nacional, tuvimos mucha prensa. Demostramos que era posible asociarse. Fue un cimiento importante que más tarde derivó en las primeras protestas masivas en el 83". Estaban pasando cosas en la sociedad chilena -agrega el académico- "estaba regenerándose el tejido social. Las ONGs también tenían un rol importante de toma de conciencia".

Un año hicieron una fonda para el 18 de septiembre llamada El Chuncho Proletario. "Con la plata que ganamos nos compramos un mimeógrafo y un megáfono, para decir lo que pensábamos con fuerza. Hacíamos declaraciones en forma permanente, había tomas y barricadas permanentes en el Pedagógico", contó Valdivieso.

Aunque todo lo que se había conseguido se perdió entrando en los ‘80. "No fuimos capaces de sostener esta fuerza -afirmó Canales-, porque tampoco había mucho movimiento social en el ambiente. Los dirigentes fuimos expulsados y algunos tuvimos que irnos del país. En mi caso, en 1981 tuve que irme a España, a Madrid. Tenía prohibición de ingresar a cualquier universidad de Chile. Esos fueron los años de la DINA, pero dejémoslo ahí".

A todos les conmueve hablar de tema, recordar lo que vivieron, lo que vivió Chile en esos años. "Entre 1980 y 1983 se vivió una terrible soledad. La primera protesta pública, de hecho fue recién en 1983. Si algo rescato del movimiento de esta época es el proceso, que nuestra meta no era ganar, sino que se estaban sentando las bases para otra cosa y sabíamos que eso tenía pleno sentido", sostuvo Canales.

Mediados de los `80

La reconstitución de la FECH fue la causa del movimiento estudiantil durante toda la década del '80 y culmina con la constitución de la FECH en el año 1984. El académico de Psicología, Roberto Aceituno, vivió el movimiento en la primera mitad de los ‘80. Él fue candidato a la Asamblea Constituyente que refundó la FECH, presidente y vicepresidente del CAA de Psicología en dos oportunidades.

"Estuvimos en toma cerca de dos meses a mediados de los ‘80, en la Escuela de Ciencias Sociales (La Placa), a partir de la muerte de una compañera de Sociología, Tatiana Fariña. Nos tomamos la Torre de Servicios Centrales. En esa toma, entre sociólogos, antropólogos y psicólogos organizaron la EFACS (Escuela de Formación Alternativa en Ciencias Sociales), donde invitábamos a hacer clases en las noches a intelectuales y profesionales que no tenían un lugar en la Universidad", recuerda Aceituno.

"Participábamos activamente en las protestas contra el régimen de Pinochet y también demandábamos mejores condiciones docentes, ya que los buenos profesores habían sido exonerados con el Golpe Militar. Fueron años duros, de estados de emergencia, miedo y detenciones; también de mucha movilización. No se lograron muchas cosas en el ámbito universitario, aunque el final de los rectores designados fue un paso importante, pero sí en la organización estudiantil para la recuperación de la democracia. Fueron tiempos también de mucha solidaridad y amistades profundas, seguramente alimentadas por la necesidad de cuidarnos unos a otros en un período muy difícil", recordó.

En años de democracia

La lucha de hoy hace remover los recuerdos y anhelos de quienes participaron en su momento de una lucha con los mismos fines: acceso educativo igualitario. Salvo que esta vez la lucha tiene otro cariz. "Los chicos hoy deben luchar contra una hegemonía que se ha instalado como natural. Pero sabemos que otro mundo es posible, que esta no es la única forma de organización social existente", sostuvo Cerda.

"Creo que su capacidad de generar un planteamiento vuelve a tener la integralidad del discurso político, que no sólo habla de cosas macro sino que es capaz de conectar con el arte, con la expresión. Es un movimiento que ha logrado demostrar que no está tan solo en propuestas que cinco años atrás se hubieran considerado delirantes. Qué es eso de educación pública, de estatización del cobre, todo esto hoy es una posición respetable porque en el fondo lo que están planteando es un modelo de sociedad igualitaria. Son el primer movimiento social de la nueva época, así como nosotros fuimos parte del primer movimiento social de la dictadura", sostuvo Canales.

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