Entrevista a Prof. Manfred Liebel, especialista alemán en sociología de la infancia:

'El discurso sobre derechos de los niños es todavía un discurso de adultos'

Entrevista a Prof. Manfred Liebel: 'La tarea es escuchar a los niños'

De origen alemán y con vínculos familiares con Latinoamérica (sus hijos nacieron en Nicaragua), el Prof. Manfred Liebel es un fiel representante de una sociología que busca realzar  el punto de vista de los niños en la sociedad. Para el académico europeo los niños no son tomados en serio por nuestra cultura, a pesar de que tienen mayores capacidades sociales. Son filósofos innatos que generan preguntas existenciales sobre el significado de la vida o lo que existe después de la muerte. Asimismo nuestra sociedad reconoce como obra de arte pinturas de Miró que sin duda tienen una relación con una mirada infantil, sin embargo el arte de los niños no se reconoce como arte sino se trata de un gran pintor. Estas son algunas de las relevantes reflexiones que el sociólogo Manfred Liebel ha compartido con la comunidad estudiantil de la FACSO durante su actual estadía y que se pueden profundizar en la siguiente entrevista.

Hasta el 6 de noviembre el director del Magíster en Estudios en Niñez y Derechos del Niño de la Universidad de Berlín estará exponiendo y compartiendo con estudiantes nuevas perspectivas sobre el estudio de la infancia. A continuación compartimos una entrevista en español que aborda problemas como el trabajo y los abusos de los niños.

¿En qué aristas del estudio de la niñez está participando actualmente?

Un tema que ya hace tiempo investigo es el problema del trabajo de niños o niños trabajadores, además de estudiar la imaginación de los niños. Esta investigación se realiza principalmente en países fuera de Europa principalmente en América Latina, porque aquí tengo –principalmente en América Central– desde los años 80 una experiencia de vida y de trabajo. Siempre relaciono este trabajo con la situación en Alemania y el tema de la infancia y la juventud en Alemania está muy presente. Allá discutimos mucho sobre el tema de protección infantil. Actualmente soy miembro de un Consejo llamado Coalición Nacional de ONG’s (compuesto por 106 organizaciones) que trabajan en el campo de la niñez. La red se llama National Coalition for the Implementation of the Convention on the Rights of the Child y trabajamos en Alemania haciendo un trabajo de lobby con políticos y un trabajo de monitoreo social que busca promover buenas prácticas sociales en apoyo a los niños.

Si bien existe un acuerdo general sobre los derechos de los niños, si ya el discurso de los derechos en general está instalado en países occidentales, actualmente se realizan críticas a la efectividad o a las transformaciones que alcanza la difusión de estas políticas ¿Qué discusión viene más allá del discurso de los “derechos de los niños”? ¿Cómo revisamos los derechos de los niños?

Es un gran avance de hace 20 años que exista un convenio internacional sobre los derechos de los niños, un convenio que no es perfecto, que tiene muchas deficiencias, pero es un avance y es una base. Esta convención tiene distintas organizaciones, tiene su impacto al pensamiento sobre niños e indica lo que es necesario cambiar sobre el tratamiento sobre los derechos de los niños en cada país. El problema que veo, es que hay poca conciencia sobre lo que significan estos derechos para los niños mismos. El discurso sobre derechos de los niños es todavía en gran parte un discurso de adultos o de resoluciones de adultos. Y se hacen esfuerzos para informar a niños o a veces producir folletos o páginas webs que deberían popularizar los derechos al mundo infantil. Pero me parece que estos intentos de popularizar los derechos de los niños no son contextualizados con la vida de los niños, es decir son principalmente un trabajo de propaganda. No es suficiente informar estos derechos, ya que particularmente para los niños con derechos más violados el mundo de los derechos es mundo muy extraño, muy abstracto, muy lejano de su vida cotidiana. Hay que hacer una labor en cuanto a los derechos de los niños  que involucre a los mismos niños.

¿Se trata entonces de cuestionar la categoría universal de niño?

La categoría universal es inevitable tenerla, pero es también –por decirlo- una trampa porque ese niño no existe, es una construcción que en realidad no existe. Hay que reconocer que hay diferentes tipos de niños: hay diferencias culturales, hay diferentes condiciones sociales, diferente género. Todas estas variables hay que considerarlas. Hay que tomar en cuenta, por ejemplo, que para un niño que vive en condiciones de pobreza y tiene que trabajar asistiendo a su familia, la dimensión de los derechos pasa a tener otras prioridades que para un niño que viva en condiciones más acomodadas. Hay que pensar que no todos los derechos de los niños están codificados en la convención internacional o si están codificados lo están de una manera muy general, muy abstracta. Hay que desarrollar un proceso de comunicación con estos niños para también descubrir y facilitar a los niños para que expresen qué les parece necesario para ellos mismos considerando sus intereses y deseos. Estos reclamos de los niños no se expresarán siempre en la forma de derechos. Nuestra labor como adultos es traducir los deseos y las demandas de niños en un lenguaje propio del derecho y hacerlo de este modo practicable para futuras intervenciones jurídicas o políticas. La tarea entonces es lograr escuchar a los niños.

¿La familia a veces funciona como una institución autoritaria que dificulta culturalmente la integración de la infancia?

Las sociedades occidentales siempre son mayoritariamente paternalistas, y la familia en general, debido a cómo conciben la protección del niño. La “protección de los niños” es una política necesaria, los niños merecen ser protegidos, por la violencia o la pobreza que les afecta y los niños merecen ser protegidos. Pero estas políticas proteccionistas no se deberían aplicar en forma de exclusión, ya que la protección muchas veces significa exclusión. No debería ser así, la protección debería significar participación o debería significar un cambio estructural que vuelva a los niños menos vulnerables. No simplemente enfatizar la vulnerabilidad de esos niños y buscar una forma de proteger a los niños sino también reducir la vulnerabilidad de los niños. Porque el niño es un proceso social, no un proceso biológico, entonces la vulnerabilidad es producida socialmente, no sólo biológicamente. Obviamente un infante es más vulnerable en el sentido de no tener fuerzas físicas y al ser dependiente de adultos. La vulnerabilidad es parte de procesos sociales. Se deben cambiar las condiciones para hacer a los niños más fuertes en su participación social, buscamos que los niños tengan más peso en la sociedad y darles así más oportunidad para jugar un papel más activo e influyente.

Hay un acuerdo general en estar en contra del trabajo de los niños, sin embargo usted atiende que existe cierto trabajo de niños que es válido dependiendo de su contexto ¿Cómo reformula la concepción del “trabajo de niños” de modo no-negativo?

Los niños, dicen muchas veces, que en lugar de prohibir nuestro trabajo se debería prohibir la pobreza. No se puede prohibir la pobreza o eliminar la pobreza a partir de prohibiciones. Lo que se expresa con esto es que hay que cambiar las prioridades para buscar las raíces de estos problemas. No todos los niños trabajan porque viven en pobreza, pero hay que buscar medidas que reduzcan y eliminen condiciones indignas de vida de los niños y sus familias. Y de esta manera se resuelve -o es más probable- el problema del trabajo infantil, a través de estas políticas, pero no a través de prohibiciones legales que excluyen y niegan el trabajo infantil. Yo pienso que los niños deberían tener más posibilidades en la sociedad de tener experiencias que permitan a los niños sentirse como una parte reconocida de la sociedad. Y eso hace necesario que veamos a los niños no sólo como seres humanos que están proceso de formación, sino que también como sujetos que tienen una presencia, que tienen derechos y que tienen capacidades para ser activos en la sociedad, en actividades laborales, artísticas o comunales, actividades que tienen una importancia para otras personas y donde los niños pueden jugar un rol protagónico. Los niños son seres sociales como los adultos también, incluso son más sociales que muchos adultos que piensan en su propia ventaja. A los niños muchas veces les gusta hacer cosas para estar juntos, tienen una tendencia ética que como sociedad podemos aprovechar.

¿Cómo podríamos imaginar la participación social de los niños?

Vivimos en un mundo donde se habla mucho de niños y niñez, pero la niñez como espacio en lo social queda al margen de la sociedad, en el sentido de que los niños no son tomados en cuenta y no se considera la expresión de los niños como válida. La participación de los niños se considera siempre en forma simbólica. No se imaginan que los niños podrían tener influencia en lo que llamamos “el mundo de los adultos”, se piensa que la participación de los niños debería estar anclada en el mundo de los niños, pero no se contempla (o sólo se contempla raramente) que los niños tienen también el derecho en influir en decisiones generales del mundo, en decisiones que toman los políticos o en las decisiones de una empresa. Los niños siguen al margen de las decisiones esenciales de la sociedad.

Finalmente, en el contexto chileno existe un alza mediática en torno a casos de abuso sexual infantil en instituciones eclesiásticas y educacionales ¿cómo comprender los abusos de los niños desde una sociología de infancia?

Creo que estos problemas son resultado del desprecio que existe de los niños. Existe una “cultura” que da la impresión a los adultos que puedan hacer lo que quieran con los niños. Esto explica de trasfondo los abusos a los niños, el abuso a la confianza de los niños. Hay relaciones de poder desigual que hay que cambiar, pero también hay una relación de “desprecio” de los más débiles o los más dependientes. Hay que luchar por una cultura del respeto. La cuestión del respeto es clave por la desigualdad de poder, el respeto debería venir del adulto hacia los niños, para poyar a los niños a que tengan mayor posibilidad de expresarse.

 

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