Trabajo Social: Ejes de la propuesta formativa

Enfrentar la desigualdad

En Chile, a la vez que ha existido un crecimiento económico sostenido, persiste una brecha entre los sectores de la población, creándose múltiples desafíos en torno al logro de una mayor equidad social (PNUD, 1998; Kliskberg, 2001). El índice de Gini ha fluctuado en los últimos años de un 0.56 a un 0.52. Comparativamente en los países escandinavos es de un 0.25 y el promedio de la OECD es de 0.4 siendo mejor las cifras tendientes a 0. Esta paradoja es lo suficientemente extrema para no tener respuestas fáciles, pero a la vez, se requiere de respuestas urgentes. Existen bolsones de pobreza dentro de una misma ciudad (Espinoza, 2004; Márquez, 2002) Es más, hemos creado barrios, para al cabo de años demolerlos. Algunos tienen nombres emblemáticos: Volcán I, Volcán II. Para responder a esto hay mecanismos de ajuste que poner en marcha. Uno de los componentes estructurales en ello dice relación con los niveles de empleo y su posibilidad de sustentabilidad.

Por otra parte, si observamos en el gráfico siguiente, la evolución de la indigencia por Regiones, vemos que, dentro de la tendencia innegablemente decreciente, la 9a región que presentaba las peores cifras en 1992, hoy sigue en ese último lugar.

Apostar por la diversidad: hacia un Chile cosmopolita 

Uno de los grandes anhelos del Bicentenario de la nación ha sido avanzar en el desarrollo de una sociedad de oportunidades, donde Chile ofrezca posibilidades de una vida mejor a sus habitantes, no sólo chilenos sino también personas inmigrantes que puedan encontrar en nuestro país un piso de protección social y un impulso para desarrollarse en un clima respetuoso y favorable para la diversidad cultural. Un rasgo ancestral de Chile es ser un asilo contra la opresión. La imagen país de un extremo sur del mundo que se identifica como un crisol de culturas ha poblado largas páginas de nuestros textos. Sin embargo, Chile no tiene una política pública explícita en esta materia, más bien nuestra legislación actúa reaccionando a los fenómenos migratorios.
Pero las apuestas por un Chile cosmopolita y una gestión de la diversidad no se refieren sólo al fenómeno migratorio, sino a toda clase de discriminación por género, por discapacidad, por raza, por etnia, por opción sexual. Al analizar las perspectivas conceptuales para trabajar con estas poblaciones se encuentran teorías como la de asimilación, la de integración que no siempre distingue entre integración social e integración sistémica y a la que subyace una fuerte carga normativa. Asimismo, muchas veces se apela al concepto de tolerancia para intencionar una cierta apertura a la distinción, sin considerar que la noción de tolerancia se inserta en una concepción metafísica: quien tolera detenta en su mayoría una aspiración sustantiva a la verdad y en un rasgo de su virtud moral “tolera” al otro diverso como una especie de mal menor o de formas de vida de minorías. De esta forma apuntar hacia la condición de “minorías” en el caso de las etnias, de las orientaciones sexuales, de la población inmigrante, no sólo involucra una realidad estadística, sino una precariedad en su configuración. Una minoría podrá ser tolerada pero difícilmente legitimada en términos no de facticidad sino de validación cultural plena. La apuesta desde esta Universidad pública, laica y progresista es luchar por la legitimidad de pluralidad de formas de vida.

Apostar a la investigación y al desarrollo de innovación social 

Actualmente Chile presenta un escenario más bien reducido para gestar innovación social, ya que los niveles de inversión en la producción de conocimientos sólo alcanzan a un 0,42 del PIB, mientras que en la OECD este porcentaje es de 2,4.

Por su parte, los fondos CORFO se dirigen hacia un área de innovación económica, en la cual incluso en el área de bienes públicos, la innovación social no ha sido incluida. Acá existe una especie de incongruencia: a pesar que transversalmente se declara la importancia en el ámbito social, hay escaso presupuesto destinado a producir innovaciones en él, a pesar que los desajustes e inequidades se han vuelto casi estructurales desde hace ya varias décadas. Ahora bien, de este nivel de inversión total en producción de conocimientos, las Ciencias Sociales representan un 0,07 de este total. Metafóricamente, por más agente secreto que se le asocie, pareciera más bien una misión imposible. Esta es una brecha pendiente que se torna acuciante si se quiere como lo plantea la OECD “llevarle ventaja al mañana y enfrentar los apremiantes problemas mundiales y sociales” (OECD, 2010). Crear innovación y generar innovadores en aquellos sectores más golpeados por el propio proceso modernizador se vuelve un ADN para cambiar el rostro de la pobreza más dura en países como el nuestro. Para ello el “camino a seguir es cambiar el orden de prioridad en las políticas para la innovación” (OECD, 2010).

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