Charla inaugural II Jornada de Investigación en Psicología Jurídica

Javier Urra explicó que la violencia de hijos a padres es un fenómeno en aumento y se da porque los padres no están cumpliendo su rol

Violencia Filioparental es abordada en Jornada de Psicología Jurídica

Destacado por su rol jurídico como “defensor del menor” en España, el terapeuta y Doctor en psicología clínica, Javier Urra, fue el encargado de abrir la II Jornada de Investigación en Psicología Jurídica, organizada por la Línea de Psicología Jurídica del Departamento de Psicología, actividad realizada el pasado 03 de Noviembre en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile. En la oportunidad, el investigador expuso sobre “Violencia Filioparental” o violencia ascendente, cuando son los hijos los que agreden a los padres.

Javier Urra, también embajador de la Sociedad Iberoamericana de Psicología Jurídica, AIPJ, comentó que “este es un fenómeno que lo reconocimos en España, que es una sociedad rica, los chicos comenzaron a ponerse muy exigentes, lo quiero aquí y ahora. Y todos sabemos que si a los hijos les das siempre lo que quieren se convierten en unos pequeños dictadores, es fácil tener unos esclavos tuyos. Ellos creen que la situación es así y cuando los padres se dan cuenta, ya el hijo es una persona que no tiene límites”.

Profundizó que este fenómeno surge en senos de familias que lo dan todo, de chicos que lo tienen todo, pero que de igual manera exigen más. “Y cuando los padres le han dado todas las cosas, comienzan con que quieren tener libertad de horarios, que quieren hacer lo que ellos quieren y es así como muchos llegan un día y le dicen a los padres que no quieren ir al colegio, pero que tampoco quieren trabajar. Por la situación socioeconómica de las familias, los servicios sociales se retraen, porque dicen que están más para apoyar a personas que son más vulnerables o donde hay niños con protección, entonces estos padres están bastante solos”.

Límites

Javier Urra, que entre los años 1996 y 2001 fue el Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid y entre 1999 y 2001, además, ejerció como presidente de la Red Europea de Defensores del Menor, señaló: “En nuestra sociedad española, ser joven es a algo que se aspira. Un niño es un tesoro, porque nosotros no tenemos niños. Antes, las familias eran con 4 hijos y más, hoy son 1 ó 2, muchas de ellas monoparentales, con madres que han decidido tener solo un hijo. Esto ha convertido a los niños en buenos clientes, las empresas se dirigen a ellos para promocionar productos, entonces quieren esto y aquello que ya les ofrecieron”.

Añadió que “los padres están equivocados si creen que al decirle que no a un niño éste se puede traumar o presentar dificultades en su desarrollo futuro, los padres tienen miedo y no ejercen su rol, deben enseñarle a aceptar las frustraciones, a ponerse en el lugar del otro y entender que ese otro también tiene derechos. Deben poner los límites de lo contrario pasan cosas muy difíciles de explicar, como que el 12% de las llamadas que recibimos son de padres que declaran no podérsela con sus hijos menores de 8 años. Nos dicen, se sube, tira las cosas, hace lo que quiere. Nuestra primera respuesta es ponga límites, normas, criterio y no se deje chantajear. En ese momento, muchos nos reconocen que no son capaces de mantener el castigo”.

Los padres

El psicólogo español comentó que los padres presentan dos fenómenos: por una parte tienen un gran sentimiento de culpa porque trabajan todo el día y pueden estar poco tiempo con sus hijos, entonces les quieren dar todo. Pero, por otra parte, quieren tener éxito profesional, quieren destacar en su trabajo, tener tiempo para el ocio, para la vida en pareja y ser buenos padres. “Entonces el padre que llega cansado y está coordinando sus propias actividades, prefiere dejar que el hijo haga lo que quiera porque si lo sanciona van a tener un problema y de a poco van cediendo y cediendo”.

Sobre este punto profundizó comentando que “los padres deben tener claro que la educación es diaria y constante, que en muchas ocasiones van a chocar, y así va a ser, pero si los padres ceden y ceden, al poco tiempo se darán cuenta que el hijo de 17 años no tiene límites. A esa edad ya es fuerte físicamente. Lo que los padres no ven es que el chico era igual a los 7 años, cuando escupía o pateaba, solo que a los 17 te empuja y te puede hacer daño, pero es la misma situación que cuando era pequeño. Por lo tanto, hay que actuar cuando los niños tienen corta edad. Si los padres creen que no puedan que miren a sus amigos que lo hacen bien, que copien estrategias, si no habrá que ir a los servicios sociales, sino llegado el momento tendrá que ir a algún centro -terapéutico, educativo, sanitario, etc.- o si las cosas van más allá a la Fiscalía y realizar la denuncia”.

El Centro

En base a su experiencia tanto en su trabajo con menores, así como psicoterapeuta, Javier Urra, instaló una residencial en la que trabaja con jóvenes que han ejercido violencia contra sus padres. “Campus Unidos” ubicada en Madrid, es un lugar en el que los jóvenes durante 10 meses internos, realizan un trabajo con ellos mismos, con los terapeutas y con sus padres. Según los datos entregados por Javier Urra, hace 7 años existían 2700 denuncias de violencia filioparental “este número es de aquellas que fueron comprobadas como reales en la Fiscalía. La mayoría de los padres no denuncia a sus hijos ,a menos que tengan miedo por sus vidas o crean que algo le pueda pasar a sus hijos. Por lo tanto, estamos hablando de una cifra negra que puede llegar a ser el doble, es difícil ayudar a familias que tienen todas las comodidades, porque ellos callan lo que ocurre en sus casas”.

Urra complementó diciendo que “de los casos que atendemos en nuestro centro, el 70% funciona muy bien, este porcentaje lo dividimos entre aquellos que funcionan de maravillas con el colegio, con sus padres y que creen que esta experiencia les cambió la vida. Hay otro porcentaje que mejoran para vivir bien en casa y en sus estudios. En este grupo, los padres hacen cambios de criterio, aprenden nuevas habilidades, se empoderan el padre con la madre, en las sesiones salen cosas que nunca han sido dichas. Pero hay un 30% con el que fracasamos por diversos motivos”.
Javier Urra añadió que “ellos trabajan mucho, hay terapias individuales, familiares, grupales. Son tres sesiones al mes por 10 meses, es un trabajo muy fuerte se trata de cambiarle los hábitos a un chico de 17 años que desde los 3 hace lo que quiere. Las primeras 3 semanas no tienen contacto con sus padres, la gran mayoría al tercer día ya quiere llamarlo. Pasados los meses y si todo va bien, nos vamos de campamento un grupo de chicos con sus padres y los terapeutas a disfrutar de la naturaleza y a que ella también colabore en la recomposición de estas relaciones”.

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